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Laura Báez de Lacayo, Mar de Fondo

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[email protected] Inicio arteresponsable Laura Báez de Lacayo, mar de fondo PUBLICADO EN 25 AGOSTO, 2015 Laura Báez de Lacayo, ingresa en el inconsciente de su colectividad a través del paisaje y los sentidos. Primero con VOLCÁ-NICA (CALDERAS IDENTITARIAS), pinturas al óleo que representan blow-ups de las calderas de los volcanes nicaragüenses, con un reservado, en el que un detalle de los colosos, se convierte en una guía para el público, hacia el punto de encuentro con el fuego interior; luego con COMI-NICA, serie de grandes blow-ups de platillos de la gastronomía nicaragüense, al óleo y al acrílico, en gran formato. De esta serie, ella declara: “-¿por qué sólo hay grandes formatos de hamburguesas y no de nuestro sabor y aroma?-“. Y ahora se sumerge en OCÉA-NICA: “-El mar del inconsciente colectivo. Para entender nuestras emociones, nada como observar los océanos.”– explica. Movimiento siempre, en la obra de Laura Báez de Lacayo. A la extrema derecha, “Telica”; luego, “Huevo chimbo” y al extremo derecho, “Cardumen”. Estas pinturas pertenecen a colecciones privadas. Excepto “Huevo Chimbo”, que forma parte de su muestra personal en Fundación Rozas Botrán, de Guatemala. Y es que una muy antigua imagen de nuestra vida emocional interior, es la de los elementos. Ya los antiguos nahuas (de los que descienden los nicaraos) explicaban el agua (atl) y el fuego (tletl) como los elementos que dieron lugar a la creación, (no es una casualidad que hace tres años Laura pintara ardientes fuegos al óleo, pasara por los volcanes, por el fogón de los platillos originarios, y desembocara en las profundidades y en las superficies del agua). El océano, al igual que nuestras emociones, tiene una superficie, profundidades y costas. La Superficie: Comprensión de la consciencia La superficie es lo que vemos, lo que sentimos. Ella pinta un fondo al acrílico, a la brocha, que se convierte en las profundidades insondables, y luego con pintura al aerosol, pincel de pelo y de hule espuma, va dando carácter a la superficie. “Vista aérea, marea alta”, es un barómetro o indicador de nuestra manera de sentirnos,
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Laura Báez de Lacayo, mar de fondo

PUBLICADO EN 25 AGOSTO, 2015

Laura Báez de Lacayo, ingresa en el inconsciente de su colectividad a través del paisaje y los sentidos. Primero con VOLCÁ-NICA (CALDERAS IDENTITARIAS), pinturas al óleo que representan blow-ups de las calderas de los volcanes nicaragüenses, con un reservado, en el que un detalle de los colosos, se convierte en una guía para el público, hacia el punto de encuentro con el fuego interior; luego con COMI-NICA, serie de grandes blow-ups de platillos de la gastronomía nicaragüense, al óleo y al acrílico, en gran formato. De esta serie, ella declara: “-¿por qué sólo hay grandes formatos de hamburguesas y no de nuestro sabor y aroma?-“. Y ahora se sumerge en OCÉA-NICA: “-El mar del inconsciente colectivo. Para entender nuestras emociones, nada como observar los océanos.”– explica.

Movimiento siempre, en la obra de Laura Báez de Lacayo. A la extrema derecha, “Telica”; luego, “Huevo chimbo” y al extremo derecho, “Cardumen”. Estas pinturas pertenecen a colecciones privadas. Excepto “Huevo Chimbo”, que forma parte de su muestra personal en Fundación Rozas Botrán, de Guatemala.

Y es que una muy antigua imagen de nuestra vida emocional interior, es la de los elementos. Ya los antiguos nahuas (de los que descienden los nicaraos) explicaban el agua (atl) y el fuego (tletl) como los elementos que dieron lugar a la creación, (no es una casualidad que hace tres años Laura pintara ardientes fuegos al óleo, pasara por los volcanes, por el fogón de los platillos originarios, y desembocara en las profundidades y en las superficies del agua). El océano, al igual que nuestras emociones, tiene una superficie, profundidades y costas. La Superficie: Comprensión de la consciencia La superficie es lo que vemos, lo que sentimos. Ella pinta un fondo al acrílico, a la brocha, que se convierte en las profundidades insondables, y luego con pintura al aerosol, pincel de pelo y de hule espuma, va dando carácter a la superficie. “Vista aérea, marea alta”, es un barómetro o indicador de nuestra manera de sentirnos,

[email protected] aunque en las profundidades el inconsciente se asome oscuro y vertiginoso. Normalmente nos gusta que la superficie sea tranquila, “Me siento bien.” Pero también necesitamos que se agite cuando es el momento para la acción. Acciones de diversa índole, exigen olas periódicas en la actividad superficial, la tensión y la preparación. Los elementos geométricos que se superponen a esta superficie en movimiento, son las percepciones de los elementos que juzgamos externos y así lo explica ella: “-Creemos que estamos en control de nuestras vidas, pero en realidad nuestro inconsciente dirige el rumbo. Imaginate que la tierra firme del planeta representa tus acciones conscientes y el océano representa tu inconsciente. ¡Eso significa que el 71% de lo que hacés en realidad es inconsciente, puesto que los océanos ocupan ese porcentaje de nuestro planeta!”-. Y sí, eso da qué pensar… es así como Laura nos pone frente a nosotros mismos, cuando nos presenta sus mares, que también, son los mares que bañan las playas de su país, puesto que cuando los muestra, les llama por su nombre: “-Poneloya… estas olas son de Guacalito… marea baja en San Juan del Sur”… un barómetro de nuestra población”- comenta con esa sonrisa franca que luce siempre.

Laura Báez de Lacayo, “Vista aérea, marea alta”, técnica mixta sobre lienzo, 77 x 104 cm. 2015

[email protected] Las Profundidades: lo que el inconsciente guarda Cuando hay indicios de lo que sucede en las profundidades, a menudo no entendemos al principio. Porque allá al fondo es donde se forman los sentimientos más profundos, a menudo fuera de nuestra consciencia, y sólo cobran sentido a medida que van saliendo a la superficie. Por ejemplo, una sensación de “que algo va a suceder” puede cristalizar en una sorpresa inesperada, lo que nos muestra en su “Océano Mágico.” Laura define: “En algún lugar debajo de la calma, tenemos una vaga sensación de inquietud o incertidumbre, pero no podemos precisar qué es. Esperamos que desaparezca el nerviosismo, y la verdad, muchas veces se va solo. Pero si no, la agitación o inquietud se mantienen hasta que se presenta el acontecimiento”.

Laura Báez de Lacayo, Océano Mágico, técnica mixta sobre lienzo, 46 x 40 cm. 2015.

[email protected] Pero a veces es lo contrario: “-Nuestras tormentosas aguas emocionales pueden mantenerse durante días o semanas. A veces pensamos que sabemos el origen de la inquietud y en estas situaciones, sentimos que que la incertidumbre está justificada, y las corrientes internas tienen un motivo”. Y aquí tenemos a OCÉA-NICA VII, una pieza en la que la superficie se ve agitada desde el fondo del lienzo, pero mantiene una apariencia luminosa.

Laura Báez de Lacayo, OCEÁ-NICA VII, técnica mixta sobre lienzo, 130 x100 cm. 2015.

El agua y el alma Desde nuestra perspectiva humana limitada, apenas podemos imaginar la inmensidad de nuestro propio potencial. Somos seres ilimitados en la caja de la piel y la mente. Puede que no seamos conscientes de ello, pero siempre estamos conectados con el alma, como James Hillman nos explica mejor que nadie en su libro “Re-imaginar la psicología”. Cuando soñamos con el mar, esta conexión se hace presente. Se ha dicho

[email protected] que los sueños con el océano representan el puente entre el mundo físico y el alma. “-Éste lo soñé entre dormida y despierta-“, dice Laura de “Boca de Mar”, pequeño lienzo en el que la ola ofrece mediante una pequeña boca, una entrada su fondo.

Laura Báez de Lacayo, “Boca de Mar”, técnica mixta sobre lienzo, 2015.

El mar y la matriz El océano (la mar) es también un símbolo femenino y nos conecta con nuestra naturaleza. En diversas culturas los símbolos de la transformación guardan una conexión con el carácter elemental de lo femenino y con las figuras del útero y del vientre. El agua contenedora, es a menudo el símbolo primordial de la vida, el agua nutre, transmuta y resguarda todo lo que vive. El agua nos recuerda que todos estamos conectados, tanto energéticamente como por el agua en sí, (sólo nuestro cuerpo está constituido por 60% de agua). Como seres acunados en la matriz, el mar nos devuelve a una época en la que todas nuestras necesidades estaban cubiertas. Estos sentimientos nos unen a todos los seres vivos y nuestra empatía con el océano nos recuerda que el universo es exuberante y nos obsequia con todo lo que necesitamos. La vida comenzó en el océano – el mar es, literalmente, la “matriz” de la vida. Representa el nacimiento, la muerte, y el ciclo de la vida. “-Pinto los mares porque son también renovación y deseo profundo de conectar con la Fuente, con Dios.” Asevera Laura. Bástenos recordar las palabras de la Biblia: El Espíritu de Dios se movía sobre las aguas. Gén 1: 1-2 O el capítulo primero del Popol Vuh, el libro sagrado Maya-K’iche’: Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal,

[email protected] pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía. No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia. Solamente había inmovilidad y silencio en la obscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. El Enuma elis babilónico, (Cuando arriba), escrito quince siglos antes de la era cristiana, cuenta: En el principio, estaban mezcladas el agua del mar, el agua de los ríos y la niebla, cada una personificada por tres dioses: la madre Ti’amat y el padre Apsu. El agua del mar y el agua de los ríos engendraron a Lahmu y Lahamu, dioses que representaban el sedimento, y éstos engendraron a Anshar y Kishar, los dos horizontes —entendidos como el límite del cielo y el límite de la Tierra—. En el Rig Veda el texto más antiguo de la India, dice en su canto 129: En el principio la oscuridad escondía la oscuridad. Todo era agua indiferenciada. Envuelto en el vacío, deviniendo, ese uno surgió por el poder del calor.

OCEÁ-NICA III, técnica mixta sobre lienzo, 83 x 70 cm. 2015.

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Laura Báez de Lacayo, telas, óleo sobre lienzo, mayo 2006.

De tal manera que podemos comprobar con las anteriores citas, que la propuesta de Laura Báez de Lacayo cuenta con la profundidad del océano en todos los sentidos. Su pintura gestual es coherente no sólo con la técnica empleada, sino también con el movimiento holocromático que ella representa. El holocromatismo se refiere a que todo color incluye en sí mismo a todo el espectro lumínico en variaciones de tono y cuyos valores son definidos por la longitud de onda. El movimiento está presente en su pintura desde las sedas que pintaba hace años; luego los fuegos, para después descender a las profundidades del inframundo volcánico; pasando por los puntos ciegos para la cultura imperante, como el color y el movimiento de la gastronomía de su país y ahora, el movimiento perpetuo de los mares y la mente humana.

Marcela Valdeavellano [email protected] [email protected]


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